La mirada, incisiva y mordaz, que Miguel Condé despliega sobre nuestra especie, construye un universo de rasgos grotescos, impregnado por un aura de farsa tardomedieval, de carnaval brugheliano. Con todo, ese juego no se deriva tanto de una vocación específica por el historicismo como de una estrategia de fabulación poética que compone una fantasmagoría atemporal que enfatiza el carácter alegórico de los personajes. En la tradición más noble de la caricatura, las ensoñaciones de Condé tejen así un relato moral que el artista resuelve con exquisita entonación irónica, una refinada intuición en el color y ese pulso magistral que le identifica en el dibujo.
Extracto del artículo “Fabulación Moral de Miguel Condé” por Fernando Huici, publicado en el diario El País el 9 de enero de 1999.