Signos de puntuación
La primera de las obras de Jacobo Castellano que llegó a ser parte de nuestras imágenes de referencia común surgió de una perversa desviación del dibujo de la infancia que consistía en unir los puntos (miles en este caso, miles y miles) para que una figura ocultada emergió. Ocurre que, de las manos de este joven artista, en vez de los característicos personajes usuales o paisajes y escenas esquemáticas, vimos surgir un inesperado repertorio de sillas eléctricas, coronas de espinas, espeluznantes marchitas, cuerpos crucificados u otro Cristo como figuras. En este sentido, el substrato cultural católico de su Andalucía natal se obligó a decir a través de estos signos de puntuación real lo que no quería decir, una confesión forzada a salir de ella. Y hablar de las debilidades corporales y sus límites en la resistencia del sufrimiento; Deberes morales sometidos a la regulación diaria, a veces incongruentes con la lógica más elemental; Los paralelos grotescos e insoportables entre la ley común y la divina; La persistencia o la incesante reconstrucción de nuevas estructuras represivas de cualquier fuente de poder (el Estado, la religión, la autocensura, la noción de responsabilidad civil, la vigilancia anónima de unos sobre otros), así como su capacidad misteriosamente profética en nuestra Empresas de espectáculos.
Oscar Alonso Molina