Tras una formación como pintor, Guido Anderloni derivó su expresión artística hacia la instalación, la fotografía y el vídeo, con la representación del cuerpo humano como preocupación primordial. Con anterioridad se había interesado también por las formas de comunicación (After Man Ray) y las denuncias de marcado carácter político (la vídeo performance titulado 103 africanos).
Sus últimos trabajos se centran en la captación del transcurso temporal a través de la apropiación acumulativa de imágenes.
En su serie Retratos diluye al protagonista en el entorno a través de un largo tiempo de exposición. El retratado se va dibujando a sí mismo con sus gestos, sus movimientos y su presencia. Aunque ya no es posible reconocer a las personas, quedan aquellas huellas más íntimas, más personales.
Su voluntad de relentizar el tiempo deja constancia del transcurrir como reflexión cuestionándose la objetividad fotográfica para hacer patente el tiempo de la acción y con ella, la complejidad de la historia personal.
Su obra se encuentra en diversas colecciones públicas y privadas y expone regularmente en galerías de arte y espacios públicos.